miércoles, 3 de noviembre de 2010

¿Que me queda para rozar las estrellas?


Que me queda para rozar las estrellas, y escribir lo perfecto en las líneas del cielo, en la inmensa luz del cielo de cada amanecer, en la eterna luna de cada anochecer. Qué más da si lo perfecto se encuentra en el más allá, en la honestidad de saber alcanzar los sueños, y en lo grandioso de ser feliz con los pequeños detalles. Mejor, ya no digo tu nombre. Te dejaré encerrado en la oscuridad, en lo más profundo de la incomprensión. Porque si tú eres el miedo, seré tu máximo enemigo. Hasta cuando crea haberte vencido, ahogaré tu nombre en el coraje de este corazón. Sin pedirte explicación, sin malgastar tiempo con la razón, siempre tú eres el perdedor. Te hablo de lo imposible, de la riqueza de poder vencerte, de humillarte en cada rincón, y apreciar que no eres capaz de levantar, cómo suplicas que deje de ser valiente, y malgaste la condena del que sabe.
Habla con los duendes de tu cama, pregúntales donde está tu honor, porque huyes siempre con el mismo temor. El tiempo ya no entiende de promesas, los días ni siquiera llevan tu nombre. Por más que lo intentes, tú esencia se esfumó, es el fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario